La Iglesia, bajo el papado, y los gobiernos civiles tomaron forma afirmándose a través de la ley, y los primeros protestantes recurrieron a la teoría legal para defenderse de los regímenes hostiles. El liberalismo se creó a sí mismo a través de las teorías del derecho y los derechos.
Centralidad del derecho para la
sociedad occidental
El derecho ha sido un concepto e instrumento central en la creación y desarrollo de Occidente. Legado por el imperio romano tanto en forma de código como encarnado por instituciones, fue el medio por el que el papado afirmó su supremacía y extendió su poder. Los reyes afirmaban su propia ley; la ley del rey significaba el gobierno del rey y la supremacía sobre la organización feudal local. Las sociedades modernas están profundamente en deuda con el derecho, ya que los contratos son fundamentales para la economía. Por tanto, la idea de que la ley tiene una obligación trascendentalmente anclada es vital para la estabilidad de la sociedad. Los acuerdos legales están profundamente arraigados y son difíciles de cambiar, pero durante mucho tiempo se ha hecho campaña contra el derecho, intentando sustituirlo por una idea del derecho como arbitrario, pragmático y necesitado de subordinación a una ideología externa. El resultado es, cada vez más, la guerra de leyes en lugar de la justicia. Para el cristianismo, el derecho siempre ha sido una idea clave, casi la central. La relación de Dios con el hombre está estructurada por pactos, y los pactos traen consigo una ley correspondiente. La ley se convierte tanto en una necesidad como en una carga, y la relación del hombre con la ley es un tema central de contención entre las denominaciones cristianas y sus teologías.
La Iglesia, bajo el papado, y los gobiernos civiles tomaron forma afirmándose a través de la ley, y los primeros protestantes recurrieron a la teoría legal para defenderse de los regímenes hostiles. El liberalismo se creó a sí mismo a través de las teorías del derecho y los derechos.
Centralidad del derecho para la sociedad
occidental
El derecho ha sido un concepto e instrumento central en la creación y desarrollo de Occidente. Legado por el imperio romano tanto en forma de código como encarnado por instituciones, fue el medio por el que el papado afirmó su supremacía y extendió su poder. Los reyes afirmaban su propia ley; la ley del rey significaba el gobierno del rey y la supremacía sobre la organización feudal local. Las sociedades modernas están profundamente en deuda con el derecho, ya que los contratos son fundamentales para la economía. Por tanto, la idea de que la ley tiene una obligación trascendentalmente anclada es vital para la estabilidad de la sociedad. Los acuerdos legales están profundamente arraigados y son difíciles de cambiar, pero durante mucho tiempo se ha hecho campaña contra el derecho, intentando sustituirlo por una idea del derecho como arbitrario, pragmático y necesitado de subordinación a una ideología externa. El resultado es, cada vez más, la guerra de leyes en lugar de la justicia. Para el cristianismo, el derecho siempre ha sido una idea clave, casi la central. La relación de Dios con el hombre está estructurada por pactos, y los pactos traen consigo una ley correspondiente. La ley se convierte tanto en una necesidad como en una carga, y la relación del hombre con la ley es un tema central de contención entre las denominaciones cristianas y sus teologías.